33- DIOS PROVEERÁ. Por Kim Andras, paciente de Ataxia de Friedreich de Louisiana (USA). Traducción libre de Miguel-A. Cibrián.

Una señora creyente vivía en una casa contigua a la de un ateo. Como los tabiques eran muy débiles, podía oírla todos los días cuando rezaba. El ateo pensaba que su vecina estaba loca.

En alguna ocasión, al oír los rezos, el ateo fue a fastidiar a su vecina con preguntas:

- Señora, ¿por qué reza tanto?. ¿No sabe usted que Dios no existe?.

Pero ella no quería escucharle y seguía orando como si no pasase nada.

Cierto día, la mujer no tenía medios económicos para comprar alimentos. Como de costumbre, se puso a rezar explicándole a Dios su situación, y agradeciéndole todos los bienes recibidos en la vida. También como de costumbre, el ateo le oyó rezar de esa forma y pensó hacerle "una trastada".

Fue al supermercado, compró gran cantidad de alimentos y los dejó a la puerta de su vecina. Luego, tocó la campanilla y, rápidamente, se escondió ente unos arbustos para ver la reacción de la mujer. Cuando ella abrió la puerta y vio los comestibles, comenzó a alabar a Dios, cantando y saltando por todas partes.

- Señora, usted está loca -dijo el ateo saliendo fuera de los arbustos-. Dios no le ha comprado esos alimentos, he sido yo. Mire, ésta es la factura del supermercado.

La mujer salió corriendo calle abajo gritando y alabando a Dios. El ateo, desconcertado, corrió tras ella. Y, cuando la atrapó, le preguntó cuál era la causa de su alegría.

- Yo sabía que el Señor me proporcionaría algunos alimentos -contestó la mujer-, ¡pero no sabía que iba a mandar al diablo a comprarlos y, encima, le iba a hacer pagar por ellos!.