Hace trece años, Denise Drake (paciente de ataxia, y Presidenta del Capítulo de Louisiana) empezó a utilizar una silla de ruedas para trasladarse de un lugar a otro. Por supuesto, acostumbrarse lleva algún tiempo, pero ella fue un rápido aprendiz, se determinó a adaptar su visión del mundo desde una silla de ruedas. Desde entonces, ha logrado hacer su mundo un poco más grande.
Denise ha viajado a siete países en tres continentes, incluyendo: Inglaterra, Italia, Islas Vírgenes, México, Canadá, Hawaii y ahora... Tahiti. En diciembre, dejó su casa en Nueva Orleans equipada con la silla manual, la silla motorizada, y una actitud de decir: TODO ES POSIBLE.
Voló a Los Angeles, y después a Tahiti. Pronto, sin preguntar, estaba en los brazos de un guapo nativo que valientemente la llevó por las playas arenosas blancas y las aguas verdiazules del Océano Pacífico. La piel bronceada de sus nuevos amigos hizo de lona perfecta para los tatuajes típicos de la cultura de los Tahitianos. Hablaron durante horas mientras las cálidas brisas produjeron sonidos tranquilizantes atravesando las palmas alineadas en la orilla. La música Tahitiana agregó la intimidad e intensidad del momento.
Para decir la verdad, los compañeros de viaje de Denise, todos ellos capacitados, miraban con envidia. ¿Cómo es posible que alguien con tantas limitaciones físicas puede tener tan extraordinaria experiencia en una tierra de desconocidos en el otro lado del mundo?. "Yo creo que hay buenas personas, amistosas, y cálidas en todas las partes por donde se va" -dice Denise-. "Hay de todo si uno es adaptable y piensa que la vida le será accesible".
Denise cree que la actitud de las personas hacia viajar es similar a la actitud ante la vida: "Si uno va a ir preocupado por que las cosas le encajen perfectamente, vivirá una vida cerrada. Creo que para viajar es sumamente importante no tener una disposición cerrada... es simplemente un modo de ver las cosas. Las formas distintas pueden ser diferentes, pero en el fondo suman lo mismo".
Un ejemplo son las comidas. En el Sur, con todas las especias, habituado a la alimentación de otro país, la comida tiene una belleza. Pero en el Norte existe su otra belleza. La belleza de las montañas, la tierra, y el agua. Siempre sobre belleza. Lo que a Denise le sorprendió sobre Tahiti era la belleza de las personas. La combinación de personas, tierra, y agua produce una serenidad que nunca olvidará, especialmente porque llegaba el tiempo de Navidad. La ausencia de conflictos, delitos, y competencia entre Tahitianos, donde se tiene a desconocidos tan sinceros queriendo ayudarlo..... Su voz se debilita y piensa sobre el recuerdo.
Denise Drake cree que hay buenas personas, amistosas y cálidas por todas las partes por donde se va. ¡Personas que tienen tanto para enseñarnos!. En Tahiti, ahora ella sabe de "PAZ EN LA TIERRA. La buena voluntad hacia los hombres es una lección del vivir de cada día.