29- EL PASO DE UN SATÉLITE DE TELECOMUNICACIONES. Por Oscar Bazán, paciente de Ataxia de Friedreich de Zaragoza.
El otro día, primero del curso de astronomía, tuve una experiencia reconfortantemente mágica. Fue como si a una criatura le dieses algún juguete que deseara mucho. Nada más entrar en la clase y darnos los materiales necesarios para ese día, se nos comunicó que al acabar tendríamos la primera de las clases prácticas de astronomía: El paso de un satélite de telecomunicaciones, "El Iridium 63". Yo creía que sería menos impactante, pero fue todo lo contrario.
Al salir del edificio sobre las 21 horas y 10 minutos, mi pesimismo aumentó mucho: aunque no sol, aún había luz diurna y, para colmo, unas cuantas nubes pequeñas se habían estacionado en la dirección del cielo que teníamos que mirar. Con el pasar de los minutos, la atmósfera se puso ya un poco más oscura. El planeta Venus ya se veía en el cielo al oeste. Por más que buscamos la constelación de la osa mayor, la luz de una farola urbana nos dificultaba bastante la visión. Para "arreglarlo más", un autobús urbano, medio lleno, paró justo enfrente del grupo. Nuestra actitud produjo alguna que otra cara rara entre los viajeros al ver a un abultado grupo de gente intentando tapar de diferentes maneras la luz de la farola que nos daba en plena cara.
Como por arte de magia, varios de mis compañeros llamaron mi atención al gritar que veían la osa mayor. Había que tener muy buena vista. Y en ese momento surgió una luz blanca, muy intensa y no muy grande como sí fuese el destello de la luz de una máquina de fotografía, pero más intensa y duradera. Primero fue grande y creciente para irse diluyendo en las primeras sombras de la noche y, luego, desaparecer. Fue como cuando vi el cometa Hale-Bop, era una estela de luz blanca más intensa que la que deja una estrella fugaz en su encuentro fatal con la atmósfera de la tierra.
La explicación a este fenómeno es muy simple: El satélite en su viaje girando alrededor de la tierra pasa por el espacio que cubre la ciudad, y al pasar en el momento en que el sol sé esta ocultando, dando paso a la noche, los rayos solares son reflejados por la parte posterior de los paneles solares del satélite y los refleja a la tierra. No siempre ocurre, sólo puede verse desde el sitio adecuado y en el momento idóneo. Zaragoza se encuentra en el hemisferio norte, situada geográficamente a 41º 39´ de latitud y 0º 52´ oeste, a 200 metros de altura sobre el mar.