42- ¿DISCAPACITADO, O PERSONA CON UNA DISCAPACIDAD?. Por Ana Leguina, paciente de Ataxia de Friedreich, de Bilbao.

Hola a todos:

Miguel Ángel, estoy totalmente de acuerdo con tu visión de los eufemismos. Tu historia de "El ciego" lo refleja muy bien.

Sin ir mas lejos, el otro día le decía yo algo parecido al coordinador de nuestra revista. No tan bien dicho :-), aunque creo que el mensaje le llegó alto y claro.

Os cuento: Al redactar la editorial de la revista [je-je-je, perdonad, ¡si somos cuatro pringadillos intentando hacer algo, sin saber muy bien cómo! :-)], él decía que los términos discapacitado, minusválido, ciego, etc., no tenían cabida en nuestra revista. Me río otra vez, porque, según él, no existen discapacitados, ni minusválidos, ni nada de eso. Según él, el vocabulario crea conciencia. Y hasta cierto punto, estoy de acuerdo. Sin embargo, ¿no sería más correcto pedir a la sociedad que cambie su forma de vernos [a mí por ejemplo, como una alcohólica perdida] y entonces cambiaría el significado del vocabulario? Pregunto yo.

Me vuelvo a reír. Según la moda actual, lo políticamente correcto [para mí, esto va por modas] es decir: PERSONA CON UNA DISCAPACIDAD o PERSONA CON UNA MINUSVALÍA. Yo le contesté:

- ¡Qué más nos da cómo nos llamen, si, en realidad, lo que para mí importa es lo que sientan!.

Y por supuesto, el modo de referirse a nosotros depende de cómo nos lo digan y quién nos lo diga: lo que más o menos decías tú. Por la regla de tres defendida por el coordinador de la revista, tampoco habría calvos o alopécicos, sino personas con una cierta calvicie o alopecia :-)... tampoco rubios, sino personas con algún pelo rubio [e incluso habría de matizarse dónde se sitúan esos pelos :-))].

Bueno, pues no quedó ahí la cosa: Les pregunté a mis amigos [no minusválidos, bueno todo hay que decirlo, alguno psíquico sí que hay :-DD] cómo me llamaban cuando halaban de mí a alguien que no me conociera. Les pregunté si se referían a mí como la morenita esa [la moruchita esa, para los Argentinos]... o mi amiga la discapacitada... o mi amiga la minusválida... ¡Hay que joderse!: Respondieron referirse a mí simplemente como Ana. Yo les creo. Que juzgue cada uno.

Sigo enrollándome: Un día, hace 3 años más o menos, una amiga y su reciente novio, me invitaron a un pueblo en fiestas a la cena de un amigo. ¡Así de improvisto...! Me parecía un poco fuerte ir a un lugar donde no conocía a nadie, pero al final fui, y para más "coj...." sin muleta, porque para iba a llevarla: si cuando me agarro de un brazo, la voy dejando olvidada por todas partes, y, encima alguien tiene que estar llevándola por mí, porque sólo la utilizo cuando voy sola. Y aquí llega la eterna pregunta.

- ¿Y al baño tampoco vas sola?.

Mi respuesta siempre es clara y fácil de entender, y no tiene nada que ver con el hecho de ser atáxica:

- ¿Dónde mejor que en un baño para poneros verdes a los tíos y comentar las mejores y las peores jugadas?.

Lo que decía: sólo utilizo la muleta cuando voy sola o con otros "minus" a los que no me puedo agarrar [y no me llaméis "aprovechada" :-)))]. Incluso, para los amigos es mejor así: ya que les puedo seguir el ritmo, cosa algo difícil si fuese sola dando tumbos con mi muleta y sin poderles hablar, ni reírme, de lo concentrada que he de ir para no caérme. Y que conste: eso lo dicen ellos mismos. Por cierto, aún no he puesto nombre a mi muleta. Tiene vida propia y me gustaría ponerle uno. Admito todo tipo de sugerencias.

Sigooooo [ya sé lo que estaréis pensando: "¡joderrrrrrr, que pesadita la niña, para contar una pavada!. Pues os aguantáis, que al menos tenéis la suerte de no conocerme en persona, porque de viva voz me enrollo todavía más :-)))]: Fui a la cena y todo era aparentemente normal, aunque, para que mentirnos, una atáxica en una cena en fiestas de un pueblo sugería pensamientos extraños. Este verano, no sé cómo, el tema salió a la conversación, y me dijeron lo que pensaron:

- Pensamos: ¡qué bien se lo pasaban las amigas de Mónica! Pero a los cinco minutos oyéndote hablar, dedujimos que eso que veíamos no era una borrachera.

Así que, como comprenderéis, me da totalmente igual cuál sea la etiqueta que me pongan. Ante todo, soy Ana y punto, además, por suerte o por desgracia, no vivo de lo que la gente piense de mí. Y digo lo de "por desgracia", porque hay quien piensa que por haber superado mi discapacidad [eso creo que nunca se supera del todo], piensan que soy como super-ratón, una super-mujer. Supongo que a los demás atáxicos también os habrá pasado eso alguna vez.

Buenoooooo, que tubazo os acabo de meter. Lo siento. Pero empiezo... sigo... divago un poco... vuelvo al tema... sigo otro poco... divago otra vez... En fin, en persona es peor, creedme :-DD. Aunque ya tenéis bastantes pruebas. Si queréis más, sólo me tenéis que decirlo :-D.



Respuesta desde Miguel-A:

Supongo que yo con la historia de "El ciego" ya he dicho cuanto tenía que decir sobre este tema. Respecto a una de las cuestiones que dejas en el aire en tu mensaje: "¿No sería más correcto pedir a la sociedad que cambie su forma de vernos [a mí por ejemplo, como una alcohólica perdida] y entonces cambiaría el significado del vocabulario?", mi opinión es la siguiente:

Ciertamente que las palabras podrían crear conciencia, pero con los eufemismos estamos ante el caso de la pescadilla que se muerde la cola y entramos en un círculo vicioso: Cualquier nueva expresión que acuñemos va a quedar desfasada en pocos años: porque no es la palabra lo importante, sino el significado que la sociedad la dé. Y la prueba de cuanto digo sería la palabra "minusválido", hasta hace décadas se decía "inválido", pero al cambiar la palabra, al no cambiar el pensamiento de la sociedad, pronto se nos ha quedado desfasada. En realidad, parte del problema puede nacer de nosotros mismos y de no ser capaces de reconocernos como somos. Bien, yo soy un minusválido y aspiro a ser tratado como persona, pero no puedo competir con nadie, porque es imposible y porque me "comeré el coco" a diario si lo intento.