49- VIVENCIAS AÑADIDAS (cuento relacionado con los temas anteriores). Por Vicente Sáez Vallés, paciente de Ataxia de Friedreich.
- ¡Míralo!: camina como un borracho, bueno, ahora mismo no camina, va en silla de ruedas. Es una enfermedad de esas que van a más, en la que uno no se mueve bien y que se tose cuando menos se espera. Bueno, visto así es ridículo, porque parece subnormal ya que se le mueven los ojos, oye mal, anda mal, se mueve mal... Sólo nos reímos de él. Bueno, reírnos de su desgracia y aflicción no nos hace sentirnos orgullosos, pero es divertido para su hada madrina guapa y estilosa, pero reconozco que tiene un poco de celulitis.
- ¡Vale! Pero hablando así no vas a solucionarle nada y sabremos que has metido la pata de igual manera... Vayamos analizando las cosas...
El genio de la lámpara azul era el abogado del hada madrina y al principio estaba seguro de su victoria, porque era un caso fácil. Pero las cosas se torcieron; miró nerviosamente los dibujos de la alfombra persa y enrojeció un poco ante el fiscal.
- Repasemos, ¿se le acusa de negligencia?
- ¡Sí! ¡Vale! ¡La jodí! Pero no me tortures más, usa la violencia conmigo si quieres, pero no me humilles delante de todos...
La sala de reunión de genios y de especímenes sobrenaturales era un local enorme con una gran capacidad de hadas, gnomos, trolls, elfos, brujas y brujos, hechiceros, animales fantásticos, trasgos... Estaba repleto de asistentes a ese juicio por conducta negligente de un hada madrina pechugona.
- ¡No empeore las cosas con su descontrol! -el genio le mandó callar con bastante fuerza con una potencia tal que formó el silencio y el respeto de todos los asistentes; más de un millar. La voz del genio sonrosado de túnica amarilla era muy grave y muy autoritaria. Las fenomenales criaturas asistentes a la sesión del juicio temían a los mandatarios de ojos rojos, muy rojos y la voz potente, profunda del genio-fiscal que apenas era comprensible por su mala vocalización y su aliento sulfuroso.
- Su acusación es muy seria y parece haber cometido un grave delito soslayando la fase de documentación del deseo solicitado...
- ¡Señoría! Reconozco que...
- ¡No me interrumpa! -a cada aullido de la bestia, el público respondía con un aullido de pánico-. Como hada buena que es, usted le dijo que le sanaría la enfermedad.
- ¡Y lo hice!
- ¿Acaso está orgullosa?
El acusado calló avergonzado por su delito. El fiscal se dirigió al banquillo de los extra-supremos gobernantes...
- Si lo desean, vean el vídeo...
Los altos mandatarios debajo de un aura mágica y encima del estrado de la gigantesca estancia, contemplaron entre murmullos de asombro el perfecto sonido hidráulico de una pantalla de video que mostraba a un chico joven sentado en una silla de ruedas y lloraba por su suerte. Pero, en medio de una densa humareda violeta y potentes destellos de luz, apareció su hada madrina y le habló. El hada miró la pantalla mientras se peinaba orgullosa la tímida coleta y se arreglaba el capirote rosa y vio, ante el tribunal lo que sucedió después.
- ¡Oh! No llores más pues soy tu hada madrina y te concederé un deseo...
- Tengo una ataxia. ¡Cúrame!
El hada le dio un pase mágico y así lo hizo, lo curó. Acto seguido se esfumó.
El abogado del hada saltó enfadado haciendo lucir sus alas doradas.
- ¡Protesto!
Una voz profunda de un ente invisible replicó:
- No a lugar, prosiga fiscal...
- Bien, el estado de esa persona es ahora lamentable -se atenuaron las luces y se volvió a iluminar la pantalla ofreciendo una imagen de es chico en la cama de un hospital psiquiátrico.
- ¡Protesto! -chilló el abogado-. No veo nada anormal puesto que su hada madrina hizo el bien y no se percató de las posibles calamidades de sus deseos.
- Pero, olvidó algo importante, son las "vivencias añadidas".
- ¿Vivencias añadidas? -preguntaron al unísono los asistentes al juicio como los coros de una tragedia griega.
- Me refiero a intentar comprender la crueldad humana, a estar libres de las responsabilidades sociales, a estar fuera de la competitividad, a tener dificultades en ponerse en el punto de vista de los demás, a tener problemas en enfrentarse a las cosas de todos, a la soledad, al tiempo que se acelera al ser una enfermedad progresiva, al ver tan de cerca lo perecedero y muchas más vivencias positivas o negativas a las que se ve sometido la gente con ataxia.
- ¡Pero yo conozco al chico ese que ha recibido mi ayuda y está sólo y en una silla de ruedas! ¡Por algo soy su hada madrina -el hada protestó airadamente golpeándose los pechos (enomes, por cierto; tan grandes como la cabeza de un bebé), con el puño cerrado.
De pronto sonó esa voz metálica y profunda que hizo el silencio entre todos los asistentes. Esa voz del veredicto se adueño de la sala como si se tratara de un viento helado que penetra por mil huecos y rendijas.
- El jurado considera culpable de negligencia al hada 2898 (pues el gobierno conocía a las hadas por números), y la condena a convertirse en mujer mortal vulgar y neuróloga.
- No, no, en neuróloga no...
Dos enormes trolls-alguaciles la arrastraron hasta las puertas de la sala; ella lloraba y gritaba.
Todos murmuraban y abandonaban desordenadamente la sala y el abogado se acercó al genio-fiscal:
- ¿Cómo sabes tanto de esa enfermedad, de la ataxia?
- Bueno -suspiró-. El trabajo de un fiscal es estar informado...
Él se despidió con la mirada, metió algunos papeles en su cartera de cuero y movió su silla de ruedas hasta las enormes puertas de nogal.
Estimado Vicente: Estoy totalmente de acuerdo contigo en que una curación física repentina (tipo píldora mágica o hada madrina) nos dejaría un enorme desconcierto entre el nuevo estado físico y el carácter imprimido en nuestra personalidad por las circunstancias de la enfermedad (o vivencias). Desconcierto que podría ser menor en el caso de Darío o de las personas de inicio de la ataxia en adultos, pero acusadísimo en nuestro caso de inicio en la niñez o en la adolescencia.
No obstante, la tendencia natural (o vocación normal) de cualquier ser humano es desear la curación física sin prestar la menor atención a las consecuencias. Todos sabemos que estamos hablando de una hipótesis ficticia, que has representado muy bien en tu cuento... pero, puestos ante ella con un esfuerzo de imaginación, renunciar a esa curación, para mí, sería tanta anomalía como arrojar la toalla en nuestra situación actual.
Miguel-A., pues yo no estoy de acuerdo contigo :-). Lo que mandó Vicente era un cuento de ficción, y se puede interpretar como quiera cada cual. A mí no me crearía desconcierto. ¡Joder!, se aclararía todo de golpe.
Estimado Antonio-J.: Tal vez tengas razón. Yo no hubiese escrito lo que he escrito si Vicente no me hubiese dicho que guardaba relación con el debate aquí abierto sobre ese tema y con mi texto anterior "¿La ataxia es buena?". La mía es una opinión personal que ni siquiera tengo clara, pues hasta noto en mí un cambio radical: En mi juventud pateaba médicos y curanderos y soñaba con curarme, hoy soy totalmente escéptico... y voy a las consultas obligado por mi mala salud, porque si no, a médicos y curanderos les haría un corte de mangas.
Por otra parte, mi naturaleza humana me lleva, como a Darío, a decir "puta ataxia", aunque, también como Darío, nos contradigamos a nosotros mismos diciendo que "para qué queremos caminar si nuestro espíritu no toca el suelo" y demás florituras y lindezas. Y si yo no lo tengo claro, cómo voy a discutirte nada.
Respecto a la vivencias, desde mi punto de vista personal, tal y como yo interpreto ese cuento, Vicente estaría acertado. Si yo, a mis 45 años y prácticamente toda la vida con ataxia desde mi adolescencia, tuviera una curación física de raíz, tipo hada madrina, me convertiría en un tipo tarado a quien le asustaría el mundo y le caería grande. Probablemente esa sea la causa que, sin yo darme cuenta, en mi subconsciente realiza la evolución antes mencionada de pasar de un deseo ardiente de curarme al escepticismo y a no tener ganas de curarme por falta de fuerzas psíquicas para volver a empezar, aunque sí tenga ganas de curarme o las deba tener, como ser humano que soy . "Puta ataxia". ¿Has entendido algo?. Yo no :-))).
Es evidente que la ataxia no es buena, nos limita y nos hace dependientes. El problema añadido para los que llevamos muchos años en esto es que hicimos tantos "acomodos" mentales y físicos para llegar hasta aquí, que, si de repente nos quitan la ataxia de un plumazo, nos dejan un poco "en pelotas". Un símil sería que te dejaran de repente en un país extranjero en el que no dominas ni el idioma.
Yo creo que somos un poco ingenuos [lo digo por mí :-)], nos falta la malicia y la ambición de los que "están en el ruedo". Como dice una canción: "...en "la peli" que pusieron después, nunca ganaban los buenos". Y nosotros todavía creemos que sí :-). Pero también es cierto que yo estoy dispuesta a seguir haciendo acomodos. NUNCA ES TARDE SI LA DICHA ES BUENA.
Miguel, es que me mezclas las churras con las merinas, la puta ataxia es la puta ataxia, y yo soy yo. He visto gente joven y sana suicidarse, o pasar momentos espeluznantes porque su cerebro no ha sabido sobreponerse a una determinada adversidad. Veo gente sufrir porque no controlan, y no están atáxicos, pero están hechos polvo. Yo con mi puta ataxia vuelo por encima de esos que fácilmente entendemos que están mal, y por encima de muchísimos otros a los que no se ve tan a las claras que estén jodidos. A mi me jode la puta ataxia, pero no me jode ninguna otra mierda, luego vuelo, y no son florituras.
Hace unos quince años, durante las Fallas, vi a una chica contrahecha: esas enfermedades que destrozan el cuerpo, era un guiñapo en su silla de ruedas eléctrica. Movía la silla al compás de una charanga, reía, cantaba, hablaba a voces, como lo hace la gente cuando se divierte. En aquel entonces estaba yo lejos de sospechar mi destino de atáxico, y viendo a aquella criatura pensé, y siempre, en mi silla de ruedas, me he acordado de aquel pensamiento: "¡Qué huevos! ¡qué moral tiene! ¡qué putamente injusta es la vida con algunos!". Aquella muchacha, en aquel momento, volaba mucho más alto que yo. Incluso ahora también pienso que me falta mucho para volar tan alto como ella. Ya ves, uno se cree que no es nadie y sin querer, puede hasta cambiar la visión de la vida a otros.
Dario, son cosas de la gripe, del efecto 2000, y de mi defecto de hablar demasiado haciendo alusión a todos para manteros en vilo y que la lista funcione :-). ¿Pero qué delito he cometido?. Si "churras" y "merinas" ambas son ovejas. Es cosa de la globalización del rebaño :-). He podido manipular la idea por la que has expresado tus palabras, pero no la idea expresada en las palabras en sí, porque las he suscrito al decir "también como Dario" y las sigo suscribiendo. Y ni más ni menos, quiero decir [hablaré en 1ª persona para evitar meter la pata] que, aunque diga lo de "puta ataxia" no es ni mucho una obsesión, que sería muy perjudicial, y unas veces soy feliz y otras un pobre desgraciado que ni siquiera sabe si dice la verdad... o se intenta consolar a sí mismo... o miente como un cosaco :-). ¡No tengáis miedo! (que yo estoy temblando). ¡Sonreíd y estad alegres! (que yo estoy llorando, aunque me hinche a poner sonrisas internáuticas). Sigo sin saber nada de nada :-). Pero al respecto de lo aquí hablado, me identifico con unos versos de José María Pemán:
"Soy el polvo y el anhelo / puestos en continua guerra" (por eso no sabe nada de nada, ahora vence lo uno, luego vence lo otro, alternativamente)./ "Soy un poquito de cielo / que tiene" (sí, aún tiene, por eso dice "puta ataxia", al más puro estilo tierra) "afanes de tierra".