Va a parecer que me repito, pero es que hasta ahora, cinco de cinco, todos y cada uno sois absolutamente geniales.

Habíamos acordado por teléfono en el sitio donde ibamos a encontrarnos. Cuando llegué, ya estaban allí, Mercedes, Antonio-J., Manolo (hermano de Antonio) y Mohamed (amigo de Antonio). Mercedes y Antonio son muy bellos y, como pareja, es una delicia contemplarlos. Tienen una sonrisa que te impacta y relaja. Pero no sólo sonrieron, sino que rieron a mandíbula batiente.

La comida consistió en anguilas de La Albufera (pescadas a lo furtivo en noche de luna nueva) condimentadas en un nido de cebollas primeras (hábilmente distraídas del cebollar del Tio Chimo, famoso huertano de la comarca que, consigue año tras año las mejores y más tempranas cebollas). Todo ello elaborado a la "vella cuina" (vieja cocina) por el artista del Palmar: Lluis "El Roig" (Luis "El Rojo"). Este plato no lo ven los turistas y, a parte de Lluis, no se sabe de nadie que tenga el secreto. A continuación, un arroz en paella: que, mala suerte, la verdad sea dicha, no le salió muy bien al maestre paeller. No obstante, este hombre tiene en su haber cuatro cucharas de oro ganadas en el concurso nacional de paellas de Sueca. Sin embargo, la de ayer le salió normalita y eso que le puso un montón de amor al asunto. De todas formas, se le hicieron los honores como si se tratara de un premio. Una traca pirotécnica cerró la comida.

A continuación, Mercedes, Antonio-J, Manolo y Mohamed, El Roig (pronúnciese roch), Mary Paz (su mujer) y los tres hijos de Roig, unos amigos, Dariete (mi hijo), y un servidor, subimos a una auténtica barca de pesca. A Antonio le embarcaron con silla y todo, pues poco antes, al tratar de subirle a un coche, le lastimaron la espalda. Ésta fue la nota discordante de la fiesta: Antonio-J. sufría, y a mí se me partía el corazón a cachitos. Pero le echó pelotas al asunto (de eso sabemos todos un poco) y todos disfrutamos viendo, casi al alcance de la mano, patos, garzas reales, fochas y pollas de agua. No en balde, a la caña del timón iba, el hoy por hoy, mejor conocedor de los secretos de la Albufera: El Roig. Mercedes, que varias veces argumentó a favor de no querer navegar, reconoció haber tenido ideas preconcebidas, que resultaron ser falsas, pues disfrutó mucho con el paseo.

Tras el paseo una charleta que nos llevó al fatídico: todo lo que sube, baja, y todo lo que empieza, acaba. Cayó la noche y nadie se animaba a mover pieza. Se desencadenaron las emociones, besos, abrazos y promesas de repetición.

¡Qué pareja más bonita y dulce! ¡Qué de cosas nos tiene que contar Mercedes!: Tiene un verbo fácil y fluido, con una tremenda capacidad para la comunicación y, sin embargo, está callada en la lista de correos. Vamos a no molestarla en estos días, pero en cuanto Antonio-J. vuelva a Melilla, no pararé hasta que nos haga partícipes de su sabiduría, que es mucha.

Y esto es todo por mi parte, hasta que veamos las fotos. No quería escribir, para que lo hicieran ellos, porque ahora pueden decir: "como Darío ya lo ha dicho todo...". Pues no, señor, Darío no lo ha dicho todo: Queremos vuestras versiones.

B&A de Darío [[que no olvidará fácilmente este 20 de Abril]].

Fue un día muy especial para nosotros. Es algo que esperamos repetir. Darío es una de esas personas a la que merece la pena conocer. Sus mensajes dan sólo una pequeña idea de su carisma: en vivo todavía es mejor.

Bueno, no me enrollo más, porque aquí está Antonio con ganas de "arrimarse"... y, ya sabéis, hay que aprovechar estos pocos días en los que estamos juntos :-). Ya os contaremos más cuando terminemos estas cortas vacaciones.

Besos de Mercedes [que intentará escribir algo más para que Darío no le eche la bronca :-)] y de Antonio [que ya no tiene molestias en la espalda].

P.D. Sabemos que el día 18 fue el cumpleaños de Cristina y desde aquí, aunque con retraso, queremos mandarle nuestra felicitación. No nos olvidamos de ti, Cristina, pero nos fue imposible escribir ese día.

Ya sabéis de nuestro encuentro con Darío. Os diré que ese día fue muy... muy especial y lo recordaré siempre. Ya comentó Darío lo que comimos y lo que hicimos esa tarde. Lo pasamos muy bien y espero que se repita pronto en mis próximos viajes a Valencia (sin mi dolor de espalda). Los que paseéis por Valencia no dejéis de quedar citados con él. Darío es de esas personas que se dejan querer... de esas personas que te gustaría que fueran tu amigo, tu hermano, tu padre, tu hijo, tu vecino... Me conformo con que me deje ser su amigo.