En mayo de 1996, por fin conseguí el ordenador que deseaba y me conecté a Internet. Entonces no imaginaba que esa circunstancia iba a alterar completamente todo mi futuro y me haría trasladar mi hogar desde Quebec a Texas.
Comencé poco a poco a colgarme del ordenador. Terminé "haciendo chats" en IRC con algunas personas ... Bien, en cierto modo, acabé en un canal llamado "#ataxia" y allí encontré al más maravilloso, honrado, y cuidadoso grupo de personas de toda mi vida. Hice numerosas amistades que fueron verdaderamente únicas. Había un tipo loco, llamémoslo por su apodo en aquel momento, Crashley, (yo era Katto) [Nota del traductor: en los canales de chats no se utilizan nombres, sino apodos]. El acaparó mi atención por sus comentarios ingeniosos, su alegría de vivir y, sobre todo por su corazón de oro. Por lo que, hablamos y hablamos (a través del ordenador), y poco a poco conseguimos conocernos, conocer mutuamente nuestros corazones. Después de un tiempo, pasamos a la próxima fase que fue alguna conversación telefónica ocasional. Después de numerosos intentos por convencerme para ir visitarle a la lejana (y extraña para mí) ciudad de Dallas en Howdyland, finalmente le dije: "¡De acuerdo... por qué no!". Esta decisión la tomé en enero de 1997 y fui a visitale durante las vacaciones de primavera en el mes de marzo. En ese momento, yo estaba enseñando Francés en una remota y aislada región de Quebec, donde había mucha nieve y no existían caminos. Por lo que aquí estoy, batallando con un tiempo atroz y luchando con los lobos (bien ... no, no), sino viajando en automóvil, helicóptero, y finalmente en avión para ir a reunirme con ese tipo loco que nunca había encontrado antes en mi vida; pero a quien yo sentía en mi corazón, digamos... que no era un asesino en serie (aunque la duda todavía permanece en mi mente alguna vez cuando le veo comer sus cereales para el desayuno...).
Finalmente, descendí del avión, todavía deslumbrada por el cambio de tiempo, la "civilización" que me rodeaba, y el largo viaje. Allí estaba él, con su hermosa sonrisa, esperándome y reconociéndome inmediatamente. Naturalmente nos abrazamos, y cuidó de mí según sus costumbres, como si fuese la cosa más natural del mundo. Fue como si nosotros siempre hubiésemos estado juntos, era (y todavía lo es) mágico. Yo estaba finalmente satisfecha.
Bien, normalmente las cosas buenas tienen que acabar, por lo menos temporalmente. Yo tenía que regresar, sola, al áspero invierno de Quebec, pero más feliz que nunca. Mi contrato de enseñanza finalizó en junio, y Ross subió a mi hogar de Sept-Iles para encontrarse con mi familia. Lo amaron al instante (¿quién no habría de hacerlo?) Y yo partí con él cuándo tuvo que regresar a Dallas. Me quedé allí durante un mes para que pudiésemos ver cómo nos llevaríamos en la vida real. Al final de mi estancia, él se me declaró ...mi respuesta fue, como ustedes pueden imaginar fácilmente, "¡Oui! Bien sur"! (Francés: ¡sí, muy segura!). Allí estaba yo, regresando a Sept-Iles para instalarme con el hombre de mi vida. (Ustedes pueden imaginar la sorpresa de mi padre, pero ellos estaban de acuerdo, ellos le querían).
Hubo que acostumbrarse, y muchos cambios de planes, sobre todo para mí que tenía planeado ir a estudiar otro grado universitario a New Brunswick, pero nosotros lo hacemos funcionar, maravillosamente. ¡Pasamos las fiestas en Quebec y Ross sabe cómo es realmente el invierno, y yo sé realmente cómo es pasar el agosto en Texas! Nos casaremos el 4 de julio de 1998 en Quebec y estamos preparando ese evento con mucha ansiedad y felicidad porque será el día cuando por fin nos uniremos.
¿Ustedes saben?, si no hubiese sido por el Internet, nuestros caminos nunca se habrían cruzado, y nuestros corazones nunca se habrían encontrado. Esta máquina no sólo nos permitió encontrarnos (bien... el destino también tiene una parte importante en eso), sino también nos dio una oportunidad de llegar a conocernos al revés. Conocer a la persona real y no dejar que una mirada a su exterior sea lo primero entre nosotros. Yo sabía que Ross también tenía Ataxia de Friedreich, ¿pero lo sabían ustedes? Eso no me detuvo para amarlo, por el hombre maravilloso que es. Por supuesto, no puedo decir que me deja indiferente, al contrario. Me causa dolor su enfermedad, pero por lo menos, él no lo pasa solo, lo pasamos juntos. Pero principalmente, nos amamos, y juntos estamos alegres y unidos en la esperanza. Nos tenemos, para siempre. Y aquí estoy, y me siento en nuestro escritorio, con nuestros gatitos, tecleando nuestra historia en nuestra computadora, para compartir con todos ustedes nuestra historia de amor, que simplemente está empezando porque tenemos la eternidad por delante.