Cristina, paciente de Ataxia de Friedreich, escribió: ¡Hola a todos! Ya os contaré mas largo y tendido cuando repose las sensaciones. Estos tres días con las hermanas Campos han sido estupendos. Me he sentido muy a gusto. Hemos reído, charlado, y nos hemos emocionado juntas.
La visita a Miguel ha sido preciosa. Se fueron todos a dar un largo paseo bajo un sol abrasador [¡qué "enrollaos", eh! ;-)] para dejarnos un buen rato solos. Y ese rato fue tan intenso que tengo las mandíbulas agarrotadas de apretar los dientes para no llorar y demostrarle al señor pionero que soy una "chicarrona del norte" ;-).
Isabel nos ha sorprendido: es locuaz, dicharachera y con una imagen de jovencita [o sea, nada de posible abuelita, maestro ;-)]. ¡Ya veréis las fotos!.
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Miguel-A., paciente de Ataxia de Friedreich, escribió: Las hermanas Campo (Elisa e Isabel) me habían anunciado sus planes de gira para los últimos días del mes de junio. Su tour, un viaje relámpago de tres días de duración, suponía un porrada de kilómetros en tan corto espacio de tiempo. Primero subirían a Gijón desde Ciudad Real y Madrid, a ver a Cristina... luego vendrían las tres a visitarme... y la llevarían otra vez de regreso a Gijón... para finalmente descender a Ciudad Real y Madrid. Traían un plan, casi obsesivo :-), de dejarnos solos a los enamorados [os aseguro que no hace falta rombos :-)]. Explico: por si fuera poco el atragantón de kilómetros de tan largo viaje, querían irse a Burgos y volver por la tarde a recoger a Cristina. Por supuesto no lo permití. Eso era un feo hacia la hospitalidad de mi familia. Acordamos por E-mail que de irse nada. Para todo habría tiempo. Basta un poco de buena voluntad. Y de eso nos sobra, aunque por llevar la contraria al cántico evangélico, algunos no hallemos paz en la tierra :-).
El 24 de junio, fecha acordada para la visita, amaneció un día climático estupendo: soleado y de cielo azul, típico de los veranos de Castilla. Por la mañana soplaba una ligera brisa. Yo no hubiera augurado el día extremadamente caluroso en que se tornó. No quise salir de paseo, como acostumbraba a diario. En honor a la verdad, estaba un poco nervioso, y cuando esto me sucede, no me suelen resultar fáciles los traslados entre la silla de baterías y la manual. Salí a la calle hacía las 12:30. Frente a mi casa, saliendo del jardín y al otro lado de la calle, se levanta la casa de mi difunto abuelo. A esas horas la fachada norte proporciona una buena sombra para aliviar los calores climáticos.
Llegaron hacia las 13:30. Nos saludamos. Isabel es muy distinta a mi impresión extraída de sus mensajes. La consideraba una profesora, tipo hueso, dedicada a amargar las vacaciones veraniegas a los alumnos cateándolos en junio :-). Todo lo contrario: Es jovencita, alegre y dicharachera. Por cierto, me ha llegado la queja de un vecino del pueblo porque Isabel, al subir del bar, le robó las cerezas del huerto :-). Y de Elisa os diré que además de la cualidades de alegría y simpatía de su hermana (será cosa de genética), creo que come pocos pasteles, pues lleva la línea bien guardadita :-).
Pronto pusieron en marcha su plan, casi maquiavélico :-). Para dejarnos a Cristina y a mí solos, pidieron ver la huerta trabajada por mi padre con esmero. A la vuelta, planearon ir con mi hermana a tomar un aperitivo. Aquí llegó mi primera metedura de pata. Ingenuamente le dije a mi hermana, ante ellas, que las llevara a la bodega. Inmediatamente soltaron una carcajada seguida de risitas maliciosas :-). Como sordo, estoy acostumbrado a no saber lo que ocurre a mi alrededor y darlo de paso sin preguntar. ¿Qué era?. Posteriormente, ya solos, Cristina me explicó que Teresa (acompañante de Cristina en la visita del verano pasado) les había dicho el día anterior en Gijón que, para dejarnos solos, fueron a visitar la bodega. Aclaro aquí, para que conste en público y el señor secretario lo refleje en el acta, que mi intención no era la de deshacerme de las carabinas :-), sino pura hospitalidad al cien por cien, pues aquí nadie va al bar a tomar un aperitivo, sino a las bodegas. ¡Todo lo malinterpretan! :-). Por llevarme la contraria, eligieron ir al bar :-).
Al regreso del bar, ya había venido mi hermana atáxica, acompañada de su hija. Por lo cual, tanto Isabel como Elisa pudieron conocerlas. Luego hicimos algunas fotos con una maquinita de usar y tirar que llevaba Cristina y seguidamente entramos a comer. Mi padre [que es protestante de oficio:-)] protestaba una y otra vez porque, según él, tenía que haber entrado en el salón yo primero, como hacía cuando venía mi hermana atáxica (también con silla de ruedas). Hube de explicarle mis razones: Por el oído izquierdo oigo poco, por el derecho nada :-). ¡Y es que uno es atáxico, pero no es tonto!. Por desgracia, muy a menudo suelen confundirse ambas cosas.
Comimos, no recuerdo qué, pero comimos. Sí diré, en honor a mi madre, la cocinera, que estaba muy bueno. La comida fue en un ambiente familiar, pues además de mis padres y mi hermana menor, nos acompañaba un tío soltero que come y cena con nosotros a diario.
Tras la comida y el correspondiente café, las mujeres que eran mayoría absoluta, salvo la de la silla de ruedas, retiraron los platos. En un abrir y cerrar de ojos, como si estuvieran todos de acuerdo, nos dejaron a Cristina y a mí solos. Lo que pasó es secreto del sumario. Bueno, para que no seáis maliciosos y os vayáis por los Cerros de Úbeda :-), os diré que se redujo a una charla íntima, manitas y besitos.
Mientras tanto, Elisa e Isabel no sé dónde estuvieron acompañadas de mi familia... supongo que en varios sitios. Algo oí de bañarse descalzas en el río... ése del cual soy marinero desde que me dio ese título el capitán Darío :-).
Al regreso, Isabel quería irse para no tener que conducir de noche. Abordamos el tema federativo con toda rapidez. En este punto, Isabel y yo entablamos "feroz guerra... / Y yo tengo aquí por mío / cuanto abarca el mar bravío / a quien nadie impuso leyes. / Que es mi barco mi tesoro...". ¡Joder, por algo soy marinerito del Odra!. Lo que sí puedo aseguraros es que no nos dio tiempo a sacaros el cuero, como decís los Argentinos, a ninguno de la lista de correos.
Entre despedidas, me di cuenta de que mi cámara de fotos se había quedado inédita. Por ello, le robé a Isabel otro cuarto de hora de conducción con luz natural para realizar la sesión fotográfica. ¡Que Isabel me perdone, porque Dios ya me ha perdonado! :-). Nos despedimos... sin llantos húmedos... lo de Cristina y yo son reglas de este juego atáxico que, aunque no por elección propia, somos conscientes de tener que jugar. No oculto que, como dice la canción, "algo te llora en el alma cuando...". Creo que llegaron a Gijón sobre las 23:30.