154- ENCUENTRO EN EZCARAY. Texto de Miguel-A., pacuente de Ataxia de Friedreich. Fotografías de Germán.

Por fin llegó el 13 de julio. Era el día D: de desembarco en Ezcaray por la tropas atáxicas y sus aliados. Y allá nos fuimos... a una Rioja donde no hay cepas... creo que sacan su famoso vino [de la cuba] de roble :-) . Era un paisaje hermoso: totalmente verde... propio de zona montañosa.

Fui acompañado por mi hermana menor (Lourdes) y mi cuñado (Jose Mari). Salimos de casa hacia las 11:30. El viaje estaba calculado en dos horas de carretera. Habíamos decidido ir hasta Santo Domingo de la Calzada para luego bajar hacia el sur en ángulo recto. El camino directo, visto en el mapa, es más corto, pero las carreteras son comarcales y presumiblemente peores de calidad. Poco después de pasar la ciudad de Burgos abandonamos las llanuras crerealísticas de tono blanco amarillento del cereal a punto de recolectar para entrar en un paisaje de montaña verde por los robledales y pinares.

Una vez en Ezcaray, nos resultó muy fácil hallar el lugar citado para el encuentro: Era el albergue de la real fábrica. Como explica la aludida expresión se trata de una antigua fábrica convertida (sólo en parte) en un gran hotel. Era un edificio bien reformado donde se ha intentado dejar a la vista las estructuras y estilos arquitectónicos, lo cual le daban un aire de solera. Las vigas, de madera, estaban totalmente a la vista con la debida capa de pintura.

No hubo problemas de aparcamiento. Había un parking enorme al aire libre y al más puro estilo de libertad: El piso del estacionamiento era de tierra con algún que otro charco formado por las últimas lluvias: Fue fácil encontrarse unos a otros: Aunque casi todos nos conocíamos, las sillas de ruedas hubieran hecho de distintivo inconfundible. Ya en el aparcamiento se hacía visible el descenso de usuarios de tales herramientas. Nada más descender nosotros, se acercó el padre de Alex (Jose María) a saludarnos. Por mi parte, observé el laborioso trabajo de bajada de los aliados zaragozanos: dos fragatas (Neri y Cristina-S) y un torpedero (Vicente) [y no lo digo por lo de torpe :-)], amén de sus respectivos acompañantes (Chesu, Germán, y Corrine). Me acerqué. Saludé a Neri y a Chesu, a quienes no conocía. También a Cristina-S, a quien no había visto desde el siglo pasado :-) [allá por el 96], a Germán a quien conocía de fotos y de oídas. Finalmente, saludé a Vicente y Corrine, que fueron lo últimos en "desembarcar".

Juntos entramos a la cafetería del albergue donde ya había otros esperando... todos conocidos: Ana-L. y su fiel acompañante Chus [no va por perro, Ħeh! :-)], Alex, y María José. Pepe llegó más tarde. Finalmente, llegaron los Asturianos: Cristina-F, Teresa, y Alfonso que tuvieron un viaje más largo que los demás.

Charlamos en espera de las últimas incorporaciones, curiosamente los más cercanos, que habían tenido que currar la mañana del sábado: Julio y Laura, que viven en Santo Domingo de la Calzada [a diez km.]... traían con ellos a su hijo Julián... y Elena, del mismo Ezcaray. Éramos en total 21, porque la abeja Maya, muñeco de Julián que me endosaron a a mí para la sesión fotográfica, no es computable y el padre de Alex no pudo quedarse a la comida. Ya pasamos al comedor a la mesa reservada.

El comedor era enorme: en forma de naves sostenidas por columnas. No hubo menú uniforme, sino que pedimos a la carta. Allí éramos muchos y el ruido bastante grande como para mantener una conversación a distancia. Tuve a Chesu a mi derecha, a Cristina-F a mi izquierda, y a Alfonso y Teresa al frente. Había una boda, o un encuentro de coral, o algo similar, que a la hora del café, con gran compenetración denotando fuerte camaradería, entonaron diversos cánticos populares [bien ejecutados e indudablemente ensayados] en un amplio repertorio que se prolongaba sin fin y aumentaba los decibelios. A unos les agradó... a otros les molestó...y unos terceros hasta nos recordó las cosas hermosas que nunca habíamos hecho en la vida y ya jamás podríamos hacer.

Tras la comida y sobremesa, abandonamos el comedor. A la salida hubo la normal aglomeración de sillas de ruedas ante los servicios. No me afectó la cola: al o poder bajarme de la silla, me permito mear en la botella en un rinconcito para no se visto.

El siguiente paso fue una vuelta por la población encabezados por Elena, conocedora del terreno. Topamos con una curiosa procesión. En un todoterreno habían colocado una parrilla delantera para portar una imagen de San Cristóbal, y detrás iba una larga fila de turismos y camiones haciendo sonar las bocinas y arrojando caramelos desde sus ventanillas. "- Mamá, mamá, żes carnaval?" -repetía el pequeño Julián. Tal vez más que el arrojo de dulces por las calles, en su inocencia, le extrañaba el aparente disfraz de "unos tipejos" sentados silla de ruedas a quienes otros llevaban de paseo :-) : La vida misma... o lo normal dentro de lo anormal... o al revés... ya no sé... ya me he liado :-) .

Llegamos a la orilla del río y e hicimos las fotos de grupo con fondo del puente y paisaje montañoso. Las fotografías son preciosas, pero es un grupo demasiado amplio para ajustar las fotos al ancho de pantalla del ordenador sin deteriorar su calidad. A continuación, dimos un largo paseo por la hierba de las riberas. Yo no sé si lo de "calor humano" es un invento mío, pero [Ħjoder!, Elena] necesario en medio de ese cierzo frío de Ezcaray en pleno julio.

Luego, parada en un bar... consumiciones... y más charla. Ya llegaron las primeras despedidas. Los primeros en regresar a sus hogares fueron los Zaragozanos. Alex también se marchó. Julio, Laura, y Julián fueron los siguientes en irse.

De ahí pasamos al hotel donde tenían reservada mesa para la cena. Por el protocolo y uniforme, típico de mayordomo inglés, de los camareros, parecía de más estrellas que el lugar de comida. Aquí ya sólo éramos 10, más Elena que se incorporó tras dar de cenar a las niñas [Elena, Ħsi me oye Eva llamarle "niña", me excomulga! :-) ]. Tuve a Chus a mi izquierda, a Cristina a mi derecha, y de frente a Elena, mi cuñado y mi hermana. Cristina a esas horas ya estaba apagada por el largo viaje desde Gijón, pero Elena es como un ciclón a cualquier hora del día :-) . Como soy cocinero antes que fraile, valga el dicho, Elena no me engaña: Son reacciones que ambos tenemos para huir de la quema.

Y llegó la hora de despedirme y regresar a casa. Excepto nosotros tres y Chus y Ana, los cuales tenían una hora de camino hasta Bilbao, los demás iban a pernoctar en Ezcaray. Al día siguiente Asturianos y Madrileños habían proyectado visitar Santo Domino de la Calzada. Por la tarde, de visita de una hora, Cristina-F, Alfonso y Teresa pasarían por mi casa, vía León, objetivos Gijón y Oviedo.