166- VIAJE A ARGENTINA. Por Pepe Lázaro, cuñado de un paciente de ataxia.

Bueno, después de 18 o 19 días cruzando charcos y charquitos, ya estamos en Madrid..

Podría hablar de los sitios maravillosos que hemos visto en Argentina, pero como uno no sirve para las descripciones viajeras, casi mejor pienso en voz alta, o mejor, sueño y recuerdo despierto. La gente llamada "positiva y optimista" suele hablar de los viajes que hace recordando los sitios donde ha estado. Yo, como soy negativo por naturaleza, suelo hablar de los sitios que no he visto y de las cosas que no he hecho. Quizá sea una artimaña neuronal para tener un pretexto y volver.

Me quedé con ganas de pasear más por Buenos Aires... recorrerme todas las librerías de Corrientes... ver los techos de las Galerías Pacífico... contar el tiempo que se tarda en cruzar la avenida 9 de julio... haber estado un día entero en Palermo... ver las estatuas de La Recoleta... ir al Tigre... o visitar Colonia, en Uruguay. Me faltó, o más bien no acudí a la cita, de una excursión con Abner por "Buenos Aires la nuit" -perdona Abner, pero Marijose y Marta hicieron lo imposible porque no me fuera de juerga con vos-. También nos quedamos sin ver Salta, Mendoza, el Aconcagua, Bariloche, Misiones, Ushuaia, Tucumán... Resumiendo, nos faltó por ver casi toda Argentina.

Pero bueno, es normal. Uno cuando vuelve de algún sitio se queda con la sensación de no haber aprovechado mejor el tiempo. Lo cual, aplicado a los lugares tiene cierta disculpa. Quizá no sea tan disculpable en lo referente a los amigos. Sólo queda el consuelo de que tanto a quienes vimos, como a los que no vimos, los seguimos teniendo por aquí en la lista de correos de HispAtaxia.

De repente, un montón de direcciones de correo electrónico se han convertido en caras, en voces, y en imágenes. Y sobre todo en recuerdos. Recuerdos de esos que a uno le hacen echar alguna lágrima de melancolía, nostalgia, morriña, o saudade. Y es que, después de una media tarde discutiendo en Mar del Plata sobre cuál era la definición exacta de esta sensación aludida, no llegamos a ningún consenso.

(Buenos Aires, 8 de marzo del 2003). Izquierda a derecha: Antonio, Gladys, María José, Gaby Dube, Horacio, Elba, Pepe, Abner,
Mariano L, Nico, Bety, Mariano II, Gaby Diepe, Cristina-Eu., Cristina, Marta, Juanma, y José Orué.

Horacio, Gladys, me encantó conocerlos. Así como a vuestra madre Bety. A quien por cierto aprovecho para pedirle excusas, pues le tocó soportarme en primera línea en Puerto Madero. Y un abrazo para Antonio, novio de Gladys. Y otro para Elva.

A José Orué, aunque no está en la lista, decirle que me encantó charlar con él.

Gaby Dube, tú eres uno de los muchos pretextos para volver. Como te tenía lejos en la comida, tuviste la suerte de soportarme poco, ja, ja. Igual que Juanma, que tenemos una conversación pendiente sobre lo mal que se juega al fútbol en Argentina :-P.

Y sobre Mariano, me faltó tiempo para decirle que se cortara un poco el pelo (es envidia claro).

Nico, no fuimos a Bariloche, pero queda pendiente para otro viaje. Y contigo de guía. Ya sabés, vos me invitás a chocolate allá, y cuando vengas, nosotros te damos a probar el pulpo gallego. Como tú dices "todo dura apenas un rato". Y un rato es lo que nos falta... un rato. Yo también sé que nos veremos pronto.

Sobre Gaby Diepen, decirle lo que le tenía que haber dicho allá: que a veces la intuición no falla. Fíjate que tú eras una de las personas sobre la que tenía una imagen preconcebida. Y no me falló. Eres... eres maravillosa. Aunque no sé por qué, creo que no me tomaste en serio en ningún momento. Yo soy más serio de lo que parezco, ja ja.

Cris, no te creas lo que escribí el otro día de que conduces mal. Ni bien ni mal, llevas el auto igual de horrible que todos los argentinos. Un beso muy fuerte.

Cristina Eu., contigo estuvimos más tiempo. Gracias por llevarnos a Mar del Plata y conocer esa ciudad tan linda. Gracias por acogernos. Y un agradecimiento muy especial: gracias por contarme la historia de Alfonsina Storni mientras escuchábamos en tu casa a Mercedes Sosa. Ese momento es uno de esos que con el paso del tiempo le vuelven a uno a la memoria, y siente un no sé qué especial...

A Mariano Landa, hijo de Marta, un beso muy fuerte, aunque no lea esto.

De Abner, poco hay que decir. Es igual que escribe. Gracias por la invitación a comer en tu casa. Tírale la pelota a Kili a la pileta de mi parte. Y decíle a Casper, que aunque no le vi, lo estuve sintiendo todo el tiempo. Es lo bueno que tiene la amistad.

Y de Marta... de Marta casi prefiero no decir nada. Sobran las palabras. Y casi mejor, porque se me aturullan las ideas. Me he acordado ahora... Bueno, miento, ¡me estoy acordando desde que partimos de Ezeiza!, de lo que dijiste el lunes "¿por qué vivimos tan lejos?". Y uno llora por ver como la distancia nos roba tanto... Dos cosas Marta: una, cómprate un teclado que tenga "ñ", y a otra, llevo dos días buscando en el atlas de geografía, Cafalate. Y no lo encuentro. Te prometo seguir buscándolo. No quiero faltar a una cita que tengo allí dentro de unos años.

A Vanessa, a Vero, y a Alejandro, que no les vimos, pedirles perdón. Otros tres pretextos para volver. Vero, no pudimos estar juntos, pero te juro que le dí una patada a la fachada de un Banco Francés.

Y antes de que se me olvide, un recuerdo a Julio Frumento. Julio, decirte que llevé a Mariajo al Obelo, y quise subirla en lo alto, pero estaba cerrado. Y con la primera "Quilmes" que me bebí en Buenos Aires brindé por ti y los tuyos. Algún día pasearemos juntos por la calle Corrientes y buscaremos libros viejos de Neruda en alguna librería.

Acá en Madrid, uno está hoy con la sensación de que hubiera vivido un sueño: Un sueño de que 18 días en Argentina no hubieran existido nunca. Pero Marijose y yo tan sólo tenemos que mirarnos las manos para ver que hemos vuelto con ellas llenas. Llenas de cariño, de amabilidad. Era hablar en cualquier terraza de una cafetería, para que la gente de alrededor nos saludaran y charlaran un rato y nos desearan una "feliz estadía". Y aquí diré que, como español, me avergüenzo bastante de lo mal que tratamos algunas veces a los latinoamericanos en España. Pero esta España siempre fue un país de desagradecidos y de poca y mala memoria.

¡Ea!, ya me callo. El lunes a las 3 de la tarde despegaba el avión de Ezeiza. Poco a poco, Buenos Aires se iba quedando atrás y emergía el Río de la Plata: Plata chocolatera, todo sea dicho -¡quién le pondría lo de plata!. Yo, que le tengo pánico a montar en avión, en ese momento fui sustituyendo los miedos por lágrimas. Marijose también. Y conste que empezó ella primero. Desde entonces, y espero que se nos pase pronto, se nos están amontonando los recuerdos... los recuerdos, y lo que es más importante, la memoria: Porque la memoria nos dirá en poco tiempo, cuál es el camino para volver...

(Pepe).