173- MI BICI. Por Darío Pérez, ataxia paraneoplásica, de Valencia.
Mi afición por las bicicletas viene de mi más tierna infancia. Yo, que presumo de comprender cualquier cosa, no entiendo que los demás no sientan esa pasión.
El tema de las bicis salió en la visita que acaba de hacerme mi amigo Pedrito. La culpa la tuvo mi bici y la falta de afición a la bicicleta que tiene mi hijo. Resulta que hace trece años me arranqué el trauma juvenil de haber tenido que usar una "burra" de 25 kg., con más parches en las ruedas que tonterías dice Pocholo Martínez en media hora, y siempre con problemas de plato, cadena, bielas, pedales... no, de frenos no tenía problemas, no los tenía y frenaba con la suela de mi alpargata contra la rueda de atrás. Total que hace trece años me fui a Andorra y mandé hacer la réplica exacta de la de Greg Lemond que fue el ganador del Tour de Francia de ese año. Un Stradivarius de las bicis.
Ahí empezaron mis problemas, antes, cuando salía y paraba a comer el almuerzo, no tenía el mínimo reparo en dejarla a la puerta del bar ¿Pero ahora? ¡Cualquiera dejaba esa joya al alcance, no ya de un ladrón, sino de cualquier aficionado! ¿Quién no perdería la cabeza? Y dejé de darme baños en el mar por más sola que estuviera la playa. Pero todo era poco comparado con los comentarios de otros aficionados cuando los alcanzaba o me alcanzaban. Me sentía el rey de la velocidad y gozaba como una orca con una foca. Salía con amigos veinte o veinticinco años menos que yo y los traía de vuelta hechos un trapo. Ya digo, ¡una gozada!.
Tiene cuentakilómetros por radio y en el reloj quedó marcada la máxima velocidad alcanzada, 78 km./hora. Fue un descenso, de Ronda a San Pedro de Alcántara, la subida la hice en coche. Bajé empapado en endorfinas (droga gratificante natural del cuerpo). El cuentakilómetros quedó parado marcando exactamente 1.000 Km. He decidido venderla, y Pedrito se va a encargar de ello.
Él me dice:
- ¿Sabes como aprendí a montar en bici?.
Pedrito es de Santa María del Campo Rus, un pueblo de La Mancha, de Cuenca. Desde allí emigró a Valencia y hoy es un muy buen chapista y más listo que el hambre. Continúa diciendo:
- Espiábamos al practicante... cuando entraba a una casa dejaba la bici a la puerta era el momento que aprovechaba la pandilla para pillarla y por turnos darse una vuelta y volverla a dejar a la puerta.
Y añade: El año pasado coincidió con el practicante, Jesús, el hijo del hermano Eustaquio. El hermano Eustaquio también había sido el practicante del pueblo (lo de hermano es porque en ese pueblo a las personas mayores y de respeto se les antepone el hermano al nombre propio). Tras los saludos y preguntas correspondientes díjole Pedrito a Jesús:
- Una cosa tengo que confesarte: aprendí a montar en bici en tu bici, bueno, yo y toda mi pandilla. ¿A que no lo sabías?.
Y Jesús le replicó:
- Lo que tu no sabes es que tu generación aprendió a montar en mi bici, pero los de la siguiente aprendieron a conducir con mi seiscientos.
A veces, haciéndose uno el tonto siembra en los demás una semilla que se transformará en el árbol para dar a uno la sombra de la paz consigo mismo.
Darío, un 5 de Junio del año 2003.