"El Corre Gallego",n25/09/1996, (copia digitalizada).

SU HERMANO HA OBTENIDO, POR RAZONES HUMANITARIAS, PLAZA EN UNA RESIDENCIA PARA AYUDARLA.

La Universidad logra que una joven, afectada por Ataxia de Friedreich, con el 80 % de minusvalía siga estudiando.

Bajo la bandera de las razones humanitarias, la Universidad acaba de admitir a trámite la solicitud de 23 estudiantes que, no cumpliendo todos los requisitos exigidos desean ingresar en una residencia universitaria. Uno de ellos es Ana Belén Fernández, estudiante de Psicología con una discapacidad física de más del 80 %, a cuyo hermano le han concedido una plaza para que pueda ayudarla en su afán por estudiar a pesar de su minusvalía.

SANTIAGO. E. Gallego. En el transcurso de una maratoniana reunión que se prolongó por espacio de siete horas, la denominada Comisión de Garantías de la Universidad de Santiago tuvo la responsabilidad de estudiar las 32 solicitudes de estudiantes que han pedido, para este curso, el ingreso en alguno de los nueve colegios mayores de estudiantes repartidos por el Campus ( uno de ellos de Lugo) aunque, por cuestiones económicas o de expediente académico, no hayan cumplido los requisitos mínimos exigidos para optar a ello.

En total, las veinte personas que integran dicha comisión (desde la vicerrrectora de estudiantes a vocales de todos los colegios mayores, pasando por miembros de cada centro y un representante de los estudiantes) han revisado y debatido un número de 32 expedientes, decidiendo admitir a trámite, en votación democrática y por mayoría, un total de 23, condicionando uno de estos últimos a las calificaciones obtenidas en los exámenes de septiembre.

Según ha podido averiguar este diario, entre estos casos de estudiantes admitidos en colegios mayores, digamos que atendiendo a razones de índole humanitario (enfermedades, problemas económicos y similares) se encuentra el de una joven cuyo coraje y determinación pueden servir de ejemplo para quienes, como ella, han visto encadenados sus sueños a una silla de ruedas.

Dicha joven se llama Ana Belén Fernández Sánchez y es de esas personas que son capaces de tomar el toro de la adversidad por los cuernos y dar la vuelta al día en ochenta mundos. No en vano esta aguerrida estudiante de Psicología en su tercer año de carrera, lejos de amilanarse por la enfermedad degenerativa que padece y que le imposibilita en cerca de un cien por cien de su cuerpo, sigue empeñada en sacar adelante su licenciatura sin dejarse derrotar por la minusvalía.

A tal efecto, y teniendo en cuenta que su dolencia avanza a la par que ella prosigue sus estudios, su familia ha solicitado plaza para su hermano Daniel en la Residencia Monte da Condesa, donde ella se aloja desde que llegó a Santiago, con el fin de que éste pueda ayudarla en todo lo posible hasta que finalice la carrera.

Así las cosas, Daniel podrá contar con una habitación contigua a la de su hermana a pesar de que, en principio, su expediente académico no le permitiría gozar de ese derecho. El árbitro de la Comisión de Garantías de la Universidad, que ha fallado a favor de los intereses de ambos hermanos, es el ejemplo de que, aunque la ley debe ser ciega y medir a todos por el mismo rasero, halla su más alto significado haciendo excepciones en base a razones que valen más que la letra de la norma en un papel impreso.

"HAY QUE SEGUIR ADELANTE E INTENTAR HACER ALGO".

Primer dato significativo: Daniel coge el teléfono y, al preguntar por su hermana, suelta sin pensarlo un "Ana, ven corriendo". Segundo dato significativo: Ana, que responde desde la distancia, se acerca (sin duda corriendo) al aparato en cuestión de segundos. Tercer y último dato significativo: al otro lado del hilo telefónico, una voz, la de Ana, suena con el timbre de una chica normal, que quita importancia por convicción a su enfermedad y que tiene las mismas pretensiones que cualquier otra estudiante de Psicología de su edad.

Más significativo todavía: no sólo no se lamenta de la afección degenerativa (originada en una disfunción del cerebelo) que la limita, sino que, desviando su atención hacia metas menos egoístas que ella misma, asegura que quiere acabar Psicología porque desea "ayudar a otra gente". Esta joven de O'Grove se convierte así, a oídos de quien no la conoce más que por referencias, en la heroína mágica de un cuento que uno creía relegado a la imaginación de algún novelista romántico. Pero es real.

Ana Belén, aunque ella no lo admita desde su modestia, constituye un ejemplo a imitar por parte de todos aquellos que padecen alguna discapacidad. El secreto de su temple es simple como el consejo que quiere darles: "que no se queden en casa; hay que seguir e intentar algo".

UN AUTÉNTICO CABALLERO Y AMIGAS DE LAS DE VERDAD.

Debe ser algo genético en su familia: Daniel, el hermano que cuidará de Ana en este cuso, hace gala asimismo de modestia y asegura, convencido, que, la verdad, él no tiene "ningún mérito", es un honor que, en su opinión, sin duda, les corresponde "a las amigas de Ana, que son de oro y están en todo momento pendientes de ella". Una circunstancia que corrobora por otra parte la interesada, quien declaró a este diario que "me llevan con ellas a todas partes e incluso (se ríe abiertamente ante la pregunta) de copas, ¿por qué no?".

En cuanto a las clases el la Facultad de Psicología, a las que acude regularmente, tampoco ha encontrado mayores problemas de adaptación. "Los estudios me van bien, aunque no cuento con acabar en los cinco años, y, además, los profesores me tratan como una más, aunque me dan facilidades dejándome algo más de tiempo en los exámenes". Para los apuntes, también se ha organizado: ya que complementa las "notas esquemáticas" que su discapacidad le permite tomar con las que le proporcionan sus compañeras de curso.

La vida de Ana Belén es, en este sentido, un ejemplo de colaboración a tres bandas: el de su familia con su apoyo incondicional, el de unas amigas de las que ya no quedan, y el de una fe, la suya, que no necesita silla de ruedas para caminar.

¿DE QUÉ PASTA ESTÁN HECHAS ALGUNAS PERSONAS?.

AILOLAILO. (Demetrio Peláez). Ya ven lo que son las cosas. Mientras a algunos quejicas nos entran ganas cada noche, sobre todo después de ver "El semáforo" o "Sonrisas de España" en la tivi, de autodecapitarnos con el cuchillo de deshuesar cerdos o de arrojarnos de cabeza por el patio de luces, otros, los que sí tendrían derecho a quejarse o a estar con la depre galopante, tiran "palante" con un ímpetu que da verdadera envidia. Es el caso de la estudiante Ana Belén Fernández Sánchez, una estudiante minusválida -y no con una minusvalía cualquiera, pues le alcanza al 80% del cuerpo- que podrá cursar un año más la carrera de Psicología en Compostela gracias a ella misma, a su hermano, que es el que cuida de ella, y a la institución que capitanea Darío Villanueva, que movió Roma con Santiago para que dicho familiar, pese a no tener derecho a plaza, pudiese albergarse con ella en la residencia Monte da Condesa y prestarle así los cuidados que requiere.

Es una historia bonita, porque viene a demostrar, una vez más, sobre todo a los giliflays que muy a menudo nos compadecemos de las personas con problemas físicos gordos, que bastantes minusválidos tienen una vida mucho más interesante que la que llevamos los que presuntamente estamos sanos -coj, coj, tos terminal-, que pueden ser igual o más felices que cualquiera y que, además, pueden presumir de tener buenísimos amigos. Ana, sin ir más lejos, pasa de "El semáforo" y sale por ahí de copas en pandilla. A veces, al leer historias como las que hoy nos ocupa o como las protagonizadas por el científico "paralizado" Stephen Hawkyns, que sabe la remilk de todo y, para colmo, se enrolla con mozas la mar de jamonas, uno no puede dejar de preguntarse de qué puñetera pasta están hechas esas personas...y si podrían pasarnos cuarto y mitad de la misma.