11- 17/06/2002, UN DÍA EN LA CAPITAL. Por Christoph Keller. Traducción al inglés por Andrew Torr. Traducción al español por Alex Pérez.

El Consejo Suizo de Cantones acaba de lanzar la iniciativa de procurar garantizar la igualdad de derechos y tratamiento para el minusválido, dandola su aprobación.

Aún está por finalizar. No es necesario haber seguido los debates parlamentarios, para averiguar cómo es la burocracia Suiza sobre el individuo. Esto es una mirada breve a la antidemocracia desde la demócrata Suiza, el Edificio de Parlamento Federal, donde la discriminación contra una parte de la población suiza es literalmente echada por tierra.

El 17 de junio de 2002, el Consejo Suizo Nacional discutió una proposición de ley Federal para Suprimir la Discriminación Contra los Minusválidos, previo al Consejo de Cantones, celebrado el lunes, el 23 de septiembre. En ambas ocasiones, varias organizaciones de minusválidos llamaron a sus miembros para viajar a Berna, la capital suiza, para mostrar su apoyo para la nueva legislación. Alrededor de cien personas aparecieron el 17 de junio -no es un pequeño número, teniendo en cuenta que encontramos discriminación a cada momento:

Uno sale de casa. ¿Hay autobuses accesibles a la silla de ruedas? ¿Hay ayudantes pagados? Es lógico que los viajes en Suiza presenten un reto a los disapacitados. La maravilla, entonces, es el que las barreras físicas se demuestran psicológicamente insuperables para muchos. Si se ha encontrado barreras toda su vida y nunca se ha encontrado alguien para ayudar de buen grado, entonces tarde o temprano lo mas probable es que el discapacitado decida quedarse en casa.

Llegamos a Berna bien, antes de la hora -mi esposa (sin la que yo no podía haber contemplado la posibilidad de viajar, en absoluto) y yo-. El día comenzó bien. Christoph Blocher, (una de las figuras más conocidas y polémicas sobre el derecho de la política suiza, justo se marchaba del edificio del Parlamento con sus tres guardaespaldas -¿o eran miembros del partido?.

Los funcionarios del parlamento habían sido advertidos que debían esperarnos: No había ningún pescador enfadado vertiendo de sus camiones cargas de pescado putrefacto, ni protestas de granjeros causando cortes de tráfico con sus vacas, pero sí una invasión de muletas, audífonos, perros guía y sillas de ruedas. Más funcionarios aparecieron en escena para proporcionar refuerzo. Cada uno tendría su turno. Fuimos informados sin ninguna forma de cortesía. El tono de los funcionarios era condescendiente y sobrefamiliar, como si ellos se dirigiesen a niños. Entonces nos dividieron en dos grupos. A los que pesaron menos de 150 kilos junto con la silla de ruedas les dijeron "vayan todo recto por la entrada principal". Aquellos que junto con la silla de ruedas, pesaban más de 150 kilos, debían ir a la izquierda y usar la entrada lateral.

Un montacargas antiguo inició su subida en el lado derecho de la escalera principal. A mitad de camino, yo cambio al otro con la ayuda de un funcionario que no tenía ni idea cómo manejar una silla de ruedas -aunque él probablemente hubiera aprendido al transcurrir el día-. Mientras seguí mi subida, el primer montacargas fue enviado abajo de nuevo a recoger su próxima carga. En general, esto tomó aproximadamente tres minutos para levantar una silla de ruedas a la cumbre del símbolo del poder político, lo que significa, que cuando el último de los nuestros alcanzó el Galerie Des'Alpes, el debate ya estaba en marcha desde hace aproximadamente hora y media. A pesar de haber comenzado, sin embargo, pudimos seguir el debate por dos monitores de televisión, sin que los que discutían nuestros derechos corrieran el riesgo der mirarnos.

¿De qué fue el debate en sí mismo? Para la gente Suiza corriente, el partido estaba preocupado (cuyo líder super-rico sigue haciendo miles de millones de sus empresas industriales en el extranjero, sin perder una oportunidad de hablar mal contra todas las cosas del extranjero), de que todo esto costaría demasiado. Los representantes del mundo del negocio anunciaron que la inversión necesaria sería más costosa que lo que los negocios podrían sufragar- como si la inversión hubiese alguna vez sido más de lo que los negocios podrían soportar. Representantes de las organizaciones de los patrones declararon que allí había ya una relación tan armoniosa entre trabajadores minusválidos y sus patrones voluntarios en Suiza que la introducción estatutaria de la igualdad de derechos para el discapacitado sería contra-productiva.

El Edificio Parlamentario en sí mismo procuró que nuestros representantes democráticos no tuvieran que temer la ira de las sillas de ruedas. Para cuando todas las sillas de ruedas hubieron encontrado su salida del edificio a intervalos de tres minutos, los que siguieron negando nuestros derechos ya habían salido camino del afelpado Hotel Schweizerhof, o llegaban a sus mansiones pasando por las orillas idílicas de Lago Zurich.

¿No había cambiado nada en absoluto? De hecho, el mundo se hizo ligeramente más igualitario el 17 de junio. Antes del Consejo de Cantones finalmente votaron para una "Mini-versión" inflada de la Igualdad de derechos para la gente minusválida, esto primero provocó una discusión del movimiento en interés de sus propios miembros. Parece que el funcionamiento de los deberes políticos tiene, muchos años por delante, colocados ya los miembros del Consejo en una desventaja en sus vidas profesionales. Para quitar esta anomalía y finalmente ponerlos a ellos igual que el resto de la población, esto era por lo tanto lo propuesto, que las contribuciones del estado hacia la seguridad social y previsiones de pensión deberían ser dobladas.

La propuesta fue rápidamente aprobada -tomando el cuidado previsto de incluir "Fondos de Minusvalía" en el paquete.

Y que se encontraron con el 23 de septiembre, el día sobre el que el nuevo "la Igualdad de derechos para el Minusválido" la ley sufrió "Differenzenbereinigungsverfahren" (diferenias con los que son llevados), un procedimiento diseñado para planchar de cualquier forma los puntos de desacuerdo entre las dos cámaras de el parlamento .

Era un lunes negro para la igualdad de la población Suiza, no solamente para el minusválido. Al final, los puntos discutibles de esto fueron omitidos -apenas sorprendentemente- no aquellos asuntos que están en la vida cotidiana del discapacitado en los minusválidos en primer lugar, pero aquellos que no forman grupos de presión también.

El interés más urgente de los tres Consejos, incluso del Consejo Federal en sí mismo, debía asegurarse de que el principio mismo de la ley de Igualdad de derechos no tenía ningún hueco para ser bloqueada en una de apelación directa.

Ya que esto habría significado que terminamos la Legislación de Igualdad de derechos genuina sobre el libro del estatuto, en vez de la ley de palabrería que tenemos ahora. Esto hubiera significado que nosotros, los minusválidos, nos habríamos vuelto realmente iguales a los ciudadanos, más que los casos de caridad que aún quedan. Esto habría significado que estos individuos que hasta ahora nos trataban con condescendiente familiaridad, simplemente porque estamos en sillas de ruedas, nos tratarían con respeto. Y ello habría significado que hasta el Parlamento Federal, el edificio en sí mismo finalmente habría tenido que comenzar a reconocer a aquellos minusválidos como humanos, seres con los mismos derechos que todos los demás.

Christoph Keller vive en San Gallen (Suiza) y Nueva York y es autor de numerosos libros y obras. Su novela "Ich hätte das Land gern flach" (me gustaría que mi país fuese como mi apartamento) fue publicada por Fischer Taschenbuchverlag en 1999. Un ensayo autobiográfico, "Der beste Tänzer" (La memoria), apareció en septiembre de 2003, y la obra "La bailarina" fue realizada por primera vez en Bregenz (Austria) en el mismo mes. Todos estos trabajos tratan cuestiones relacionadas con la discapacidad. Andrew Torr ha sido conferenciante en el Departamento inglés de la Universidad de Zürich desde 1973. Sus particulares materias de enseñanza incluyen la traducción y la fonética.



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