122- ¡OJO AL DATO! ¡ESTALLÓ LA BOMBA FÉTIDA!. Por Miguel-A. Cibrián, paciente de Ataxia de Friedreich, de la provincia de Burgos.

Por mi deficiencia auditiva, no soy un adepto de la radio. El tema deportivo me suena un poco lejos, como si por no estar el deporte dentro de mis posibilidades de salud, no fuera conmigo. Salvo el fútbol de mi desinterés deportivo... aunque reconozco que la práctica de tal juego a nivel de élite, no es deporte, es puro negocio y creaciones y manipulación de hinchada. No obstante, aunque parezca una total contrariedad con lo anteriormente dicho, es posible compaginar nuestras críticas y ascos futboleros con una afición comedida, exenta de pasión. Para entender tal contradicción, es preciso comprender que la mayoría de las veces nuestros juegos infantiles han girado en torno a un balón y a una portería... no importaba que los niños pobres del mundo rural en ocasiones no tuviéramos balón, o éste, de puro viejo, no fuese capaz de contener el aire... siempre se podía patear un bote... la portería era marcada por dos piedras, generando discusiones y peleas sobre si era gol, o no... y por campo servía el césped de las eras o cualquier calle de suelo de tierra, como todas en los pueblos por aquellos tiempos. ¿Cómo no saber de merengues, culés, y colchoneros? Y, aunque casi suene a sacrilegio, es posible desconocer el nombre del presidente del Brasil, pero no el del astro brasileño del líder (hoy es uno, mañana será otro) de nuestra liga de las estrellas.

A finales de la década de 1980 mi ataxia progresiva me exigió la utilización de una silla de ruedas para trasladarme. Por ello, hube de abandonar mi trabajo en la agricultura. Mi familia siguió en esa actividad. Yo me sentía supercontento de que a veces me necesitaran y me sacaran al campo. Era el orgullo del tópico "sentirse útil", pero también sensación de libertad (salir fuera del casco urbano) y de ocupación (hacer algo servible). Este caso se daba, sobre todo, en la recolección. Durante tres años aún pude hacerlo. Mi tío llevaba al campo la cosechadora del cereal, y yo el tractor con el remolque. En realidad, solamente hacía acercar el remolque al corte para descargar sin pérdida de tiempo cada vez que se llenaba el depósito de la tolva. Me habían ayudado a subir... y, si bien hubiera podido bajarme, no habría podido dar un paso sin agarrarme al tractor. En tales circunstancias, me pasaba el día en la cabina oteando los horizontes, atento al llenado de la tolva, y, mientras, rellenando mi tiempo escuchando la radio del vehículo.

Así es como entré en contacto con las emisiones deportivas donde, sin duda, el fútbol era el deporte rey. Si bien por aquellas épocas del año la liga estaba en paro vacacional, sonaban los dimes y diretes de fichajes, cesiones, y traspasos de futbolistas y entrenadores y los ecos de pretemporada. Y al hablar del periodismo deportivo radiofónico de entonces, es imposible sin recordar al inefable Jose María García. Y recuerdo la frase de inicio de alguno de sus programas, con posterioridad, tan parodiada por ciertos humoristas. Como este medio no trasmite voz, y tampoco mi disartria me permitiría simular la entonación de su voz, con todo mi cariño hacia el citado periodista, voy a ver si soy capaz de poner la frase por escrito con un mínimo principio para que cada cual rememore los ecos de la voz auténtica en su mente: ¡¡¡O-jo... al dato!!! ¡¡¡Es-ta-lló... la-bom-ba... de-por-tiva!!!.

Pues bien, también para nosotros los discapacitados ha sonado "la bomba fétida". Ha sido al inicio de la segunda decena del mes de abril de este 2005 en el programa televisivo "Crónicas Marcianas", de Tele 5. Venía desde la sucia boca del deslenguado conde Lecquio en fases como: "hacer el amor con un discapacitado es un acto de caridad". ¡Manda huevos!, como diría el ex-ministro Trillo. Es toda una perla que ni siquiera podría echarse a los puercos sin riesgo de causar un envenenamiento colectivo. El presunto conde remató la faena con añadidos de opiniones personales que, aún siendo "políticamente correctas", no debieran decirse ante un micrófono televisivo cuando son dañinas para todo un colectivo... otra cosa distinta es que se lo comente a un amigo, digamos, en la barra de un bar: "estar en silla de ruedas es un lastre". Quizás, pero si el tal individuo hubiera tenido un mínimo de sensibilidad habría sabido callarselo ante un medio de tan potente difusión, como es la tele. O, "tener como pareja a un discapacitado, es ser enfermero... y yo no podría estar con una persona en silla de ruedas". Lo mismo digo, está en derecho a tener tal opinión, al fin de cuentas, mal que nos pese, compartida por gran parte de la sociedad, pero no a expresarla ante un medio público aún a riesgo de dañar a miles de parejas que viven en esa situación. Y es que algunos, Lecquio's, o menos Lecquio's [que por cierto rima con necios o menos necios :-) ], confunden la sinceridad con largar por la boca sapos y culebras cada vez que acuden a su mente. Y no es así. El respeto al prójimo, dentro de cualquier norma de ética, es prioritario respecto a la sinceridad.

La primera de sus frases merece un comentario aparte. Es un peligroso coctel molotov. El concepto "caridad" no suele sonar bien a nuestros oídos de discapacitados. Pero ya mezclarlo con el sexo, lo convierte en una pócima altamente indigesta. Afortunadamente las personas caritativas (que aunque puedan parecernos un poco plastas, tienen grandes cualidades positivas) no incluyen el sexo en sus actos de caridad. Hay que tener en la cabeza bastante menos que serrín para entremezclar dos elementos tan mutuamente repelentes. Mis preferencias sexuales van por la curvas femeninas. Pero, quédese tranquilo el presunto conde, por más longitud que presuma de apéndice, ninguna atáxica daría a un cabeza hueca la oportunidad de expiar sus pecados con un acto caritativo en base a revolcarse con ella en la cama. Es una pena que lo que a algunos les falte en el cerebro, lo tengan en los genitales.

Por muy "hambrientos" de sexo que estemos los discapacitados, el tal conde olvida la parte afectiva: No solamente necesitamos de la pasión desmedida... de besos en la boca buceando con las lenguas... ni de cuerpos desnudos encontrándose piel a piel en la suavidad de una cama... sino también, y sobre todo, alguien que nos comprenda... que nos quiera y a quien querer... a quien echar de menos, y desear estar cerca de él/ella para disfrutar de su compañía.

El asunto ha sido presentado y debatido en nuestra lista de correos, proponiéndose, incluso el envío masivo de cartas al programa televisivo. Cierto que yo he pasado del tema. Para mí el conde Lecquio carece de una mínima credibilidad. Es el prototipo de personas que se pegan la gran vida sin pegar un palo al agua sin más oficio que vivir a cuenta de los escándalos con sus ex-esposas, airear fotos de cama con presuntas famosas, escribir "memorias", "filofosear" (o decir tonterías) ante un micrófono en la tele, o aparecer en las revistas "del corazón". Y por cierto, ¿por qué las llaman revistas del corazón si son casos de bragueta?. Y lo peor es que esta clase de "personajillos" en la España actual proliferan como setas.

En la lista de correos se pretendía que el "bendito" de Sardá (que osó llamar hijoputa a Bush por la guerra de Irak, y que prescindió de Aida por decirle a un discapacitado "tienes lo que te mereces") impulsado por nuestro envío masivo de cartas, pusiera al Lecquio en la calle. Pero yo no creo en la "tal bondad" de Sardá. Más bien le supongo parte del sistema utilizado por la cadena. Pagan al conde Lecquio, y a otros gilipollas de parecido corte para que digan tonterías. Copio de Internet: "El conde Lecquio se ha convertido en toda una estrella mediática con sus intervenciones en Crónicas Marcianas. Es la lengua más peligrosilla del programa con revelaciones escabrosas sobre famosos y cameos, maltratos e infidelidades, dando las exclusivas más comentadas". Y, por supuesto, no le llevarían al programa ni le pagarían cheques fabulosos si fuera un señor correcto, de modales exquisitos, y no dijera estupideces para mantenerlos a ellos en candelero.

Es decir, con el envío masivo de nuestras cartas, lejos de dañar la personalidad y credibilidad del conde Leckio (que todo el mundo sabe que no tiene ninguna), con nuestros mensajes, Crónicas Marcianas entendería que la polémica, que siempre suscita el conde Leckio, es buena, y funciona, para mantener el nivel de audiencia del programa. Dicho sea de otro modo, no veo más remedio que actuar según el dicho: "a palabras necias, oídos sordos", lo contrario es hacerle el caldo gordo al conde Lecquio y a Crónicas Marcianas.

Recuerdo aquel asunto de "Hospital Central" (también de Tele 5) en el cual "parodiaban" desacertadamente la Ataxia de Friedreich <véase aquí>. Como presidente de la Federación Española de Ataxia, y cumpliendo con mi deber, me hinché a escribir cartas a tele 5... al Ministerio de Sanidad y Consumo... al Instituto de Enfermedades Raras, Carlos III... a la Federación de Enfermedades Raras, FEDER... a la lista de correos de Enfermedades Raras... y hasta mandé una docena de mensajes al foro de Hospital Central. ¿Qué conseguí? En Tele 5 ni siquiera se molestaron en responderme a una docena de cartas enviadas, no a título particular, sino como presidente de FEDAES (con membrete, etc.)... en el Ministerio (formulismos de los cumplidores conserjes) me enviaron un acuse de recibo del documento con fecha de entrada y número de registro (supongo que tal papel acabó en la papelera al primer vistazo de algún subdirector/a)... en los otros sitios citados pasaron olímpicamente de mí y del asunto.

Y en los foros de Hospital Central me fue aún peor... allí hasta me insultaron por mi ingenuidad y empecinamiento en tratar de hablar de ética a "un rebaño de ovejas". Era un grupo de niñatos, forofos empedernidos del programa televisivo, cuya máxima aspiración de vida era una recogida de firmas para pedir la continuidad del espacio ante cierto rumor de supresión (y allí estaba yo, en la posición contraria, quéjandome de él). De haber sido en directo, hubiera salido con hematomas en la cara :-) . Otro de sus altos desvelos era saber si la Queca (creo que era una enfermera de la serie) y el otro Fulano eran sólo amigos o ya se acostaban juntos, y si el futuro argumento iba a unirlos en matrimonio. Para mí, era una pandilla de imbéciles... a quienes más vale que la discapacidad o la enfermedad crónica no llamen a su puerta, porque dudo sepan aguantar el tirón. Y lo peor es que este asunto de estos foros y de creación de "jóvenes tarados" sea promovido por una cadena televisiva a quien todo vale con tal de incrementar sus cuotas de share.

En fin, no se me malentienda, con este texto no pretendo lanzar una protesta... la cual estimo inútil y contraproducente. Tampoco pretendo dedicarle un sólo minuto al conde Lecquio y a sus paparruchadas. Solamente busco charlar entre amigos, suscitar en vuestra mente ciertos temas, y poner mi granito de arena en este boletín de FEDAES contribuyendo a que un nuevo número salga a la luz.