9- DEL "COJO MANTECA" A STEPHEN HAWKING. Por Rodrigo Rubio. Copiado de la revista MINUSVAL, (sección: la vida en blanco y negro) por Miguel-A. Cibrián.

"La calle, por lo general, nos muestra lo que es la vida, lo que ocurre en nuestro mundo. Podemos decir que la calle es como un escaparate viviente. Vemos en ella lo mejor y lo peor, lo malo y lo bueno. A las calles salen gentes en manifestaciones de protesta, o de duelo. La calle siempre es algo vivo, mostrándonos el palpitar, ajetreado o sosegado, de una sociedad".

Cuando hace ya algunos años -posiblemente más de una década- las calles de Madrid se llenaban de estudiantes casi todos los días, era porque reivindicaban algo, porque había una protesta general, tal vez por algún nuevo plan de estudios. Ya no recuerdo. Con el paso del tiempo a uno, que ya madura, se le olvidan muchas cosas. O es que en estos tiempos suceden tantas, y tan de prisa, que la llegada de nuevos acontecimientos hace que nos olvidemos de otros más antiguos, aunque aquellos, en su día, fueron muy importantes.

Pero yo, al mencionar la calle y considerarla como un escaparate viviente, como una plataforma móvil de la sociedad, estaba recordando aquellas manifestaciones de jóvenes estudiantes, que en algunos momentos llegaron a ser virulentas. Y he recordado, entre los jóvenes que se manifestaban, a uno muy singular, a uno que se hizo tristemente famoso: el que llamaban el Cojo Manteca. Lo destacaron las cámaras de televisión, las radios y los periódicos por aquella forma de actuar suya, destruyendo, a golpes con su muleta, cabinas de teléfono, cristales de escaparates y casi todo lo que se le ponía por delante.

¿Y por qué recuerdo yo ahora a aquel muchacho? ¿Era un ser violento sin más ni más? ¿O qué otras circunstancias concurrían en su vida para que se comportara así? Cierto es que otros muchachos, con las piernas fuertes y sanas también mostraron actitudes violentas. Cuando las manifestaciones callejeras se enconan, ser violento casi resulta fácil, pues es algo que se contagia, que llega a un individuo, luego a otro, a muchos más, hasta que toda la masa se vuelve áspera, violenta. De ahí aquellas reflexiones de Ortega sobre la "Rebelión de las masas".

Podemos pensar en que los motivos de protesta eran posiblemente válidos dentro de aquel mundo joven. Pero, ¿por qué un muchacho minusválido, o con defecto físico, se mostraba quizás el más violento, haciéndose famoso?.

Posibles frustraciones: Cabe que al descontento general de aquella juventud, al muchacho que llevaba muletas se uniera el de, quizás, no haber podido formarse, no haber encontrado caminos que lo llevaran a esa formación, universitaria o laboral, que siempre es una base más o menos sólida de cara al futuro. Podría ocurrir que el muchacho, con su rabia, descargara amarguras viejas, frustraciones acumuladas. La calle, al hacerse grito de protesta, más escaparate viviente que nunca, era el lugar más adecuado para que ese joven con una deficiencia física -y posiblemente con un fuerte desgaste/trastorno psicológico- se expresara de aquella forma tan irracional y contundente.

La frustración, cuando vemos que no tenemos opciones ni caminos para conseguir aquello que puede hacer de nosotros personas dignas con una formación y una cultura, algo, sin lugar a dudas, se rebela en nuestro interior. Y por eso ahora, cuando han pasado ya muchos años de los acontecimientos en los que se hizo célebre el Cojo Manteca, y no quiero recordarlo como un muchacho callejero, violento por sí, rebelde, áspero e irracional. Quiero verlo como persona que a lo mejor no tuvo oportunidades para formarse, y de ahí, entre otras cosas, el cúmulo de desgastes que producen frustración y que pueden, en un determinado momento, hasta hacernos violentos.

Oportunidades para la inteligencia: Porque es esencial que nosotros , la sociedad entera, se mentalice y llegue a comprender que en cualquier persona, por defectuoso que sea su cuerpo, puede encontrarse una inteligencia digna de ser cultivada, y hemos puesto ya muchas veces como ejemplo el caso del científico inglés Stephen Hawking. Un hombre con un físico que, visto con mirada obtusa, nos parecería útil solamente para pedir limosna, para que despertara lástima o compasión en la calle. Pero dentro de ese cuerpo había una gran inteligencia, como se ha demostrado. Existen otros casos también, no sólo en el mundo de la ciencia, sino en el de las artes, la literatura, la música etc.. donde personas con un defecto físico o sensorial han llegado a ser grandes figuras que pudieron cultivar su inteligencia, que pudieron formarse.

De ahí que nosotros siempre pidamos reflexión antes de marginar a cualquier persona, por muy poco valiosa que físicamente nos parezca, esa persona tiene, o puede tener una inteligencia que, cultivada, quizás le lleve a conseguir metas importantes. Todo ser humano es siempre digno de estudio, de acercarse a él y saber porqué vive en una forma o de otra, porque no pudo llegar a convertirse en un gran científico, y otro, tal vez, en muchacho callejero que, en un determinado momento, hasta se produce con violencia.

Ahora, poco a poco, las cosas van cambiando, y aunque todavía resulta complicado conseguir una buena formación, las personas con alguna deficiencia, ya estamos más cerca de saber mirar para ver, no sólo el cuerpo, la parte externa de la persona, sino también su interior donde, naturalmente, como en cualquier otro ser humano, puede encontrarse una inteligencia clara, muy útil al recibir la formación y la cultura adecuadas.