Alerta contra el turismo de células madre. Por Cristina de Martos. Copiado de "elmundo.es". Viernes 26/06/2009.

MADRID.- Las células madre han levantado tantas expectativas como voces de alarma. Su claro potencial como terapia encierra a su vez numerosos riesgos que deben salvarse antes de que sea posible su uso en la clínica. Las guías aprobadas en distintos países para regular la investigación con este preciado material son estrictas y rigurosas para evitar, entre otros, tratamientos no homologados como los que ofrecen algunas clínicas a través de Internet. Sin embargo, la lucha necesaria contra estas prácticas de riesgo no debe coartar la innovación médica responsable, imprescindible para que en un futuro estas técnicas estén disponibles con garantías de seguridad y eficacia.

En la reunión anual de 2008 de la Sociedad Internacional de Investigación con Células Madre, un informe realizado por científicos canadienses describía cómo al menos 32 clínicas de todo el mundo anunciaban en la red tratamientos con células madre. Sólo tres de ellas afirmaban que se trataba de algo experimental, el resto los presentaba como algo rutinario.

Los casos de algunas víctimas de esta cruel ambición, que debieron cheques de varios ceros para pagar estas terapias, han salido a la luz. Un niño israelí que recibió en un centro ruso varias inyecciones de células madre embrionarias mal diferenciadas desarrolló varios tumores en el sistema nervioso central.

"Uno podría concluir a partir de estos ejemplos que el turismo de células madre está plagado de trampas en las que se venden imitaciones de tratamientos médicos reales a consumidores confiados", explica un artículo publicado en la revista "Science", que dedica buena parte de su último número a las células madre.

Admisible en casos concretos:
Los autores, Olle Lindvall, del Centro Lund de Células Madre (Suecia), e Insoo Hyun, especialista en bioética de la Universidad Case Western Reserve (Estados Unidos), reconocen la "sensatez" de endurecer las políticas de regulación para evitar estos fraudes pero subrayan "la dificultad de distinguir claramente entre el turismo censurable y los intentos legítimos de llevar a cabo intervenciones innovadoras con células madre".

Esta innovación ocupa un terreno peliagudo. Por definición, explican Lindvall y Hyun, su objetivo es el "beneficio de un paciente individual", mientras que la meta de los ensayos clínicos es "obtener resultados científicamente generalizables". Esta diferencia hace que los requisitos para realizar un ensayo no sean apropiados para regular los intentos de innovación, que corren el riesgo de ser proscritos por las leyes que rigen estas investigaciones.

No obstante, es imprescindible definir qué estrategias entran en el saco de la innovación y cómo deben utilizarse ya que "pueden ser una vía importante para el desarrollo de terapias con células madre", señalan los autores, especialmente "aquellas que casan con el paradigma quirúrgico de los trasplantes".

Las propuestas que tienen una base científica y cuya eficacia libre de efectos adversos graves se han comprobado en modelos animales pero para las que aún no se han aprobado ensayos clínicos entran, según el artículo, dentro del campo de la innovación médica. Éstas "deben aceptarse para unos pocos pacientes con patologías graves que no tengan otra alternativa terapéutica".

"Con los conocimientos de hoy en día [...] debemos seguir aconsejando a los pacientes en contra del turismo médico en busca de terapias no comprobadas. En el futuro próximo, existirá la necesidad de articular las condiciones aceptables bajo las que estas terapias podrán ponerse en práctica, como innovación médica, fuera de los ensayos clínicos", concluyen Lindvall y Hyun.